La humildad de estos pequeños artistas no tiene parangón. Pese a su evidente talento se cuestionan cómo han sido capaces de superar los diversos castings previos a las audiciones a ciegas.
Un exponente de ello es Salomé Iranzo que hacía gala de su gran voz en las audiciones a ciegas cantando ‘Qué bonita la vida’ de Dani Martín. Su versión gustaba a los coaches pero no tanto como para darse la vuelta.
Eso sí, recibía los consejos de todos ellos e invitaban a la joven a aceptar ese «no» como un impulso a mejorar, formar y seguir creciendo.
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